Leer es resistir, creo que dijo alguien.
Y pocos tiempos tan adecuados como estos para ambas cosas.
En medio de la incertidumbre, de
la tristeza, del vértigo, del tiempo sin tiempo, la lectura me lleva lejos. Y
aguanto, como estamos haciendo todos, cada cual con sus aficiones, sus ideas,
sus pensamientos.
“Fuera del mapa”, de Alastair
Bonnet, prestado por una amiga, un recorrido por lugares insólitos, curiosos,
que según avanza, se convierte en un tema apasionante e instructivo.
De mi adorado Patrick Modiano,
vuelvo a releer “Ropero de infancia”, a vueltas siempre con sus recuerdos
rodeados de misterio, enlazados en un tiempo que va y viene, sin que sepamos
mucho de nada de lo que pasa, pero sin que eso nos importe.
He vuelto también a buscar algunas
de las figura femeninas que retrata Isabel Barceló en su excelente libro,
“Mujeres de Roma”, las que más me habían impresionado, como Beatrice Cenci,
Giuditta Tavani, Cristina de Suecia y unas cuantas más.
Igualmente, volví a leer
“Apaches”, una obra densa y repleta de personajes sobre el Oeste americano a
finales del XIX. El autor, Oakley Hall escribió una trilogía monumental, de la
que solo conozco esta pieza, todo un repertorio de personajes auténticos,
repartidos entre indios, pistoleros, soldados, mujeres arriesgadas, blancos
tramposos.
Uno de mis sobrinos me regaló un
libro que tal vez yo nunca hubiera comprado, y sin embargo, ha resultado
cautivador, “Aullando en los bosques”, de un escritor noruego, Reidar Müller, enamorado de la naturaleza. Con vastos conocimientos de
geología y biología, nos sumerge en los bosques y en la pasión por los lobos.
La deslumbrante Úrsula K. Le
Guin, “Contar es escuchar", me deja boquiabierta con reflexiones, charlas,
pensamientos, sentido del humor, crítica. Llevo solo un tercio y lo ahorro como
el náufrago de Jack London con las galletas.
Siri Hustvedt, brillante, lúcida
y atormentada en “Los ojos vendados”, asombra con su poder para poner en
palabras sentimientos, sensaciones, vivencias. Impresionante.
Sin acabar también, ahorrando su
lectura como con K. Le Guin, me embobezco con Leigh Brackett y “Sigue el viento
libre”, escritora americana de renombrados guiones de cine. Tiene una escritura
tan ligera y a la vez tan personal, que intento leer solo un par de páginas cada
vez, para que no terminarlo, no sea que su personaje principal, el legendario James
Beckwourth, se me escabulla por las Montañas Rocosas sin poder seguirle la
pista.
Leo. Resisto.
Texto, Virginia