El niño que una vez fue, pugnaba por salir. Solo quería jugar al sol, en la plaza de la infancia, con sus amigos y la niña que le había robado el corazón, con el perro callejero lleno de pulgas y cariño, con el patinete de freno remendado.
Era todo lo que veía desde la
cama, entre los tubos, a través de la mascarilla, bajo la sábana, sobre la bata
hospitalaria.
Todo lo que veía mientras andaba
por el borde de la oscuridad era eso, y únicamente, el sol de la niñez.
Texto y foto, Virginia