Un objeto pequeño, redondo, verde con el sol, la luna y muchos puntos de oro. Un disco de bronce que se considera
la representación más antigua del firmamento: el disco celeste de Nebra.
Se encontró casualmente en el
monte Mittelberg
(estado alemán de Sajonia-Anhalt) en 1999, y
después de algunas peripecias, reposa en silencio y casi completa oscuridad en
el Museo Prehistórico de Halle, cerca del lugar del hallazgo. Envuelto en un
halo de luz que solo ilumina la vitrina donde se expone, el disco transmite una
sabiduría que pone la piel de gallina. Sus 3600 años hablan del cielo, de las hipnóticas Pléyades (deseo de
tatuármelas tuve un tiempo), de los equinoccios y los solsticios. Y seguramente
de algunas otras cosas desconocidas para nosotros y útiles para las gentes de
ese momento.
Quizás era solo un objeto ritual, una
bellísima y original posesión, un tesoro de inigualable valor, pero lo que es indudable
es que representa un grado de conocimiento del cielo que desconcierta a los
estudiosos.
En la soledad de la sala, custodiado de
cerca por dos espadas, dos hachas y unos brazaletes que también se encontraron
junto a él, el disco de sonrisa dorada nos habla de tiempos lejanos, en los que
ya el ser humano miraba mucho más allá de sí mismo.
Texto, Virginia
Imagen, internet