Como
un cuadro, como una escultura.
Allí,
en la casa destartalada, a la espera de que alguien la rescate y se acomode sobre
sus cuatro patas, bien firmes en el suelo de cemento batido, tome un café
bajo las vigas de tea y converse acerca de la familia, los vecinos, el
tiempo, las cosechas.
Incluso
el añil de las paredes volvería a lucir como antaño.
Texto y foto, Virginia