Al descubrir que el 2 es el único
número par y primo, ha decidido darle un giro a su vida. Así, con esa excusa
tan extravagante, se mudó a un segundo con dos puertas y dos ventanas; se
antojó en dos gatos, dos perros y dos hámsters; en su casa tiene dos mesas, dos
sillas, dos sartenes, dos camas, dos espejos, dos begonias, dos cuadros, dos
sillones.
Las dos ventanas le regalan dos
cielos, unos días mira uno; otros, el de al lado. Siempre azules. Impolutos.
Perfectos. Irreales.