Los cardones, candelabros verdes
en medio de malpaíses y zonas agrestes, con brazos elegantes en barrancos y costas, son un
endemismo canario muy llamativo. Rudos, de espinas cortas y flores como
botoncitos granates, elevan sus tallos queriendo despistar que entre ellos se
desarrolla un microhábitat con diversas especies de animalillos y otras
pequeñas plantas.
Desaparecido de Lanzarote y
elegido como símbolo de Gran Canaria, su látex (bastante tóxico) se empleaba
antiguamente para “embarbascar”, un método pesquero práctico y peligroso que consistía en echarlo
en los charcos de la orilla y atontar al pescado.
Texto y fotos, Virginia