viernes, 25 de mayo de 2018

CUBA, Trinidad





Si dicen que Cuba es la perla del Caribe, Trinidad debe ser la perla de Cuba. ¡Madre mía, qué lugar excepcional! 
El casco antiguo -también Patrimonio de la Humanidad- asciende hacia la iglesia, por unas pocas calles empedradas, jalonadas por casas coloniales de uno o dos pisos como máximo, amplios portalones, ventanas enrejadas hasta el suelo, patios refrescantes. 














Me dijeron y lo leí más tarde, que los cantos rodados que cubren las calles proceden de los barcos que llevaban esclavos, usadas para estibar bien la carga, penosos recuerdos entonces los de las luminosas piedras. Ahora las mojan las lluvias torrenciales que se desbocan en cuestión de segundos, antes serían las lágrimas amargas de tantos seres tratados peor que animales.














Fundada en 1514, presume de haber sido muy cuidada por sus habitantes, por lo que pasear por ella es un deleite sin pausa. Algunos palacetes de los poderosos dueños de los ingenios de azúcar son actualmente museos curiosos, restaurantes o lugares de uso comunal. 
La Plaza Mayor -la más esquinada y original de las que haya conocido- tiene unos parterres con esbeltos jarrones de cerámica, la iglesia encima, unas escalinatas atiborradas de gente en busca de wifi y arriba de ellas, la Casa de la Música, animadísimo local de sones caribeños. En los otros lados, caserones de puertas verdes, granates, marrones, con espléndidos muebles, lámparas y espejos que reflejan la luz que atraviesa las persianas. 
























Trinidad es un color al lado de otro, una torre con miradores, un balcón azul, una iglesia de fachada neoclásica, un chico montando un caballo, ancianas que venden collares, músicos en las esquinas.



Una de las tardes, sentada en la escalinata junto a japoneses, argentinos, dos alemanas, una pareja mexicana, varios españoles y un perro bien calentito, acomodado en uno de los agujeros sin empedrar, se abrió de pronto el cielo    -que había estado cubierto casi todo el día- y un fogonazo de luz, horizontal, directo, poderoso en su final, iluminó por un momento el lugar. 











Fue un momento mágico: trozos de fachadas y grupos de personas se veían recubiertas del oro del ocaso, un brillo ambarino cubrió la esquina, la iglesia se tornó dorada, y me pareció vivir un momento único. Fue un rayo casi palpable, un segmento de sol que quiso acompañar la tarde, con las buganvillas, los balcones, los turistas, las piedras de historia triste.


Tal como llegó, se fue el destello. El perro siguió allí enroscado, ajeno al ir y venir; la  pareja japonesa quedó pegada a un ventanal; al muchacho de bandeja en alto, los dulces se le acabaron en un pis pas; los mojitos, imposible, los mojitos permanecerán siempre; la wifi se atascó; los sones también continuaron arriba, entre guitarras, contrabajos y percusión. El sol cayó tras la cordillera y la plaza volvió a ser de colores, el dorado había sido como un sueño.


Pero Trinidad, no, Trinidad no es sueño. Está allí para recorrerla, pisar sus piedras, tocar rejas y puertas, subir a las torres, comprar algún souvenir (de esos de la ingeniosa artesanía del país y ¡oh, sorpresa! también profusión de mantelerías caladas, memoria de las emigrantes canarias), entrar en las casonas y sentarte en los escalones de la plaza a esperar que caiga el sol y te regale un pequeño trozo de su esplendor. 


Y si además puedes comer cerdo -recién asado, eh?- en la calle, hacer cola de una hora para comprar tarjetas telefónicas, probar langosta y beber la suave cerveza cubana, mientras los azules, amarillos, violetas y ocres, te acarician, entonces, Trinidad te habrá conquistado definitivamente.

Texto y fotos, Virgi

18 comentarios:

Juan L. Trujillo dijo...

Magnífico reportaje fotográfico acompañado por una literaria prosa, digna de un periodista viajero, más poético y lírico que meramente explicativo.
Besos.

virgi dijo...

¡Oh, Juan L.,gracias de nuevo! Pensaba que había quitado los comentarios y mira, me olvidé, pero ha sido mejor, así te veo de nuevo por aquí con esa gentileza que te caracteriza. Muy agradecida, más besos, más abrazos.

Myriam dijo...

Maravillosa experiencia
y divinas laa fotos.

Besos

virgi dijo...

Mil gracias, Myriam. Ya te puse en fb que me alegra te guste, pues con todo lo que viajas y habrás visto, tu opinión es muy gratificante. Abrazo graaaaaande.

Genín dijo...

Menos mal que no hay que elegir para puntuarte, entre la maravilla de tus textos y las hechizadoras fotografías, así que sin ese problema, me declaro totalmente subyugado por esa combinación fantástica en tus entradas... :)
Besos y salud

De barro y luz dijo...

No he estado en Cuba...ahora... como si hubiera estado detrás de tus ojos y tus palabras. Gracias.


Bss

Beauséant dijo...

Me encantan los reportajes fotográficos cuando han sido hechos con tanto cariño... Las fotos me trasmiten tranquilidad y la luz me parece maravillosa, aunque me asuste al ver la foto del perro antes de leerte :)

Gracias por compartirlo.

Isabel dijo...

¡Oh! Qué preciosidad y tener la suerte de visitar todo esto me parece estupendo, porque nos ayudas con tu descripción a hacernos una idea. Y ¡ese rayo de luz!
Abrazos.

alfonso dijo...

·.
Como si hubiera cruzado el charco... sigo tu viaje y lo disfruto.
Besos UU·VV

La Mirada Ausente · & · Cristal Rasgado
·

Ildefonso Robledo dijo...

Que belleza de lugar y que belleza de fotos... Ay, esos colores...
Un abrazo, amiga

Ildefonso Robledo dijo...

Y que belleza que olvidaras quitar los comentarios, por cierto...

virgi dijo...

Bueno, Genín, como ya he dicho, el lugar es cautivador y tremendamente inspirador, debe ser eso, caballero gentil. Has sido muy expresivo y es todo un placer, muchísimas gracias.
Abrazo y mucha salud para ti, espero que sigas fuerte como te imagino, porque generoso y vital, ya sé que lo eres.

virgi dijo...

No veas si fueras por allí, Luis, no saldrías!!! Con ese ojo que tienes y tus montajes, agüita...
En fin, que me agrada mogollón tu visita, mil gracias, artista, abrazo regordo, mi amol jijiji

virgi dijo...

Sí, yo también pensé cosas chungas del perro cuando lo ví allí sin moverse para nada y casi ni parecía que respirara. Pero es que estaba gozando, se levantó más tarde y volvió a coger la misma posición. Pasaba la gente y sonreían al verlo.
En efecto, la luz de esa tarde fue algo realmente especial, Beauséant.
Un besote.

virgi dijo...

Yo sabía que todo me gustaría, Isabel, pero la verdad es que fue más que eso, una experiencia muy positiva y estimulante, querida.
Abrazo grandísimo, también por estar pendiente.

virgi dijo...

Jo, pues esto no es nada, mi niño, como que hice más de mil fotos (¿te lo había dicho quizás?) y cuando hago una entrada no sé ni cuál escoger. Bueno, estoy exagerando un pelín...pero poco jejejeje.
Gracias, Ñoco, satisfecha de que te guste teníamos que haber coincidido.
Besos y besos y besos

virgi dijo...

Esos colores son una gozada, Ildefonso, en particular en Trinidad, con sus calles empedradas y los edificios conservados. Otro abrazo para ti y gracias por venir y volver.

Tesa Medina dijo...

Qué disfrute, Virgi, entre las hermosas fotos, los recuerdos de mi viaje a Cuba, tu manera de contar que me encandila y me enamora...

Esta primavera loca, que al rato diluvía o te acalora, que te pone la piel de gallina con ese airecillo inexperado del norte... Hoy se puso festiva y colorida mientras relajada y con todo el tiempo disponible me puse al día en tu blog.

Virgi, cielo, cada día escribes mejor, me encanta, y las fotos son todas luminosas y llenas de magia. Gracias por este disfrute.

Un abrazo,