¡El sangoloteo en las tripas era chico! Todo por unos bicacos ripiosos y verdes en chilla. Ya se lo deciba yo, que no se metiera a arrejuntar tantos sin embicarse alguno antes, pero es camocha como ella sola, con que no sea ñangueta y aguante el tabardillo.
Y si la cagalera es fuerte y le dan flatos, que se eche unos buchitos de manzanilla con llantén, unos rezos en El Calvario, alguito de reposo en el catre y aquí no ha pasado nada ¡vaya un guineo a las tantas de la madrugada!