Hubo que retornar al tiempo de
los alquimistas para encontrar la solución. Con el diente de un tuareg, saliva
de vietnamita, piel de momia egipcia, cabellos rusos, trocitos de uñas de un
indio amazónico y líquido mezcla de los cinco océanos, salió la pócima soñada,
la que permitía hablar cualquier idioma.
Solo había un problema, que la gente en verdad quisiera entenderse.
Solo había un problema, que la gente en verdad quisiera entenderse.