El de las cuevas de tosca y las chapas floridas.
El de las
atarjeas con agua y el de las atarjeas sin agua.
El sur de las casitas sencillas al soco del viento, el de los aljibes ahorradores y los muros laboriosos.
El sur de las puertas ambarinas, los goros de piedra seca y las eras besadas por el viento.
Ese sur al que vuelvo, torno y regreso, solo por caminar por sus barrancos brillantes, sus fuentecillas tímidas, sus lomas festoneadas de huertas.