De pronto, una lluvia torrencial, como sólo se ve en el trópico y en las películas, inundó la calle. No pude ver de dónde salieron, pero aprovechando el fragor del agua, dos niños se encaramaron velozmente a la verja de enfrente. Con velocidad infantil, apalearon unos cuantos mangos y se dispusieron a pasarlos a través de la reja. Uno de ellos, el mayor, serio y desconfiado, organizaba el trabajo, el otro, más pequeño, volvió a la acera, donde los iba amontonando.
Me acerqué a él. La mirada, cristalina como el agua que caía, me sonrió, como si supiera de antemano que aprobaba su conducta. No nos dijimos nada, sus grandes ojos eran como los mangos, brillantes y afrutados. Cargaba con la ganancia, como un camarero experimentado lleva platos y cubiertos. Los dedos de ocho o nueve años abarcaban apenas lo que pudieron conseguir, mientras la lluvia caía a raudales y yo regresaba al porche, protegida en el sofá de mimbre.
La tormenta, como vino, terminó. Sobre la loma, iban dos figuras, no se les veían los brazos, en ellos tenían su mercancía. Los miré hasta perderlos de vista, entre los ranchitos lejanos. Torné a mi asiento, mullido y tibio. En la mesilla de al lado, unas galletas y un zumo de fruta tropical me esperaban.
Fotos, Virgi
Venezuela 2006
69 comentarios:
de alguna manera me hicioste recordar a un episodio de mi infancia.
en aquel entonces mi padra me fue a recoger en el jeep al colegio, justo en el momento en que salgo se largo una lluvia torrencial. me subi al jeep, le sacamos la capota, y nos desviamos del trayecto que lleva a casa para pasar por todos los carcos posibles con el willys a toda velocidad.
esta tarde, al regresar, mi mama nos castigo a los dos porque la ropa, fue directamente a la basura.
Tanta ropa, tantas limitaciones, a veces nos persuade de no harlo, pero esos pequeños momentos, son los que llevaremos siempre con nosotros.
un saludo en la lejania.
Que vivaracho parece el niño.
La necesidad aguza el ingenio.
Besos.
Me gusta lo sinestésico de tus relatos. Huelo los mangos, la lluvia moja mi piel, saboreo el zumo de frutas... Tu mirada entiende la de los niños, sois un poco cómplices, compañeros.
Todos mis abrazos
Quizá eres un poco niña -bienaventurada por ello- y por eso entiendes a estos niños de sonrisa perfecta. Yo me limito a envidiarlos por que aún tienen necesidades reales -perdón, no me interpretéis mal-. Recolectar frutos de la tierra para comer debe ser un derecho reconocido en todas las legislaciones del mundo... Un abrazo.
Virgi querida
Tu post me devolvió a mi niñez: cambia los paisajes de Venezuela por los de la Costa Guerrerense, Acapulco que es donde residen mis padres, y has de cuenta la historia de muchos niños mexicanos: juntar los mangos que “accidentalmente” (después de apalearlos, jajá) caían de los árboles, era una tradición. El mango es mi fruta favorita (hay una variedad que se da justo en Guerrero y que llamamos “mango petacón”, de forma redondeada que cuando está maduro su piel es rojiza... Uy, una delicia.
Un beso
Me has pintado el cuadro ideal que necesito colgar en mi salón.
Es una auténtica obra de Arte. Me la guardaré como recuerdo.
Un abrazo Virgi.
El texto es maravilloso , vi esos ojos y el color de los mangos.
Pero no puedo ver la foto.
Buá.
Besito.
¡Cómo cambian las perspectivas! Pero cuando miran tus ojos...
besos
Llevo tiempo sin poder ver la fotografía. El texto me alienta a poder ver a esos niños y a esos mangos. ¿Me quedaré con las ganas de ver la foto?
Hola a los que ya han pasado y a los que vendrán.
No sé qué le pasa a la foto, parece que tarda en cargarse, lo siento. Tal vez es cuestión de esperar un pelín.
Así hasta aquí han llegado los pobres de todos los tiempos, transformando las circunstancia malas para algunos en oportunidades!!! Un abrazo
hermoso Virgi, muy hermoso. La foto también. A mí se me cargó enseguida. Besos!
Precioso texto, Virgi. Me he desayunado en el porche contigo, sonriendo , viendo a esos niños, vivos.
¡Claro, Sandocán! con detalles así, en tu infancia, no puedes hacer otra cosa que pedalear en busca de nuevas sensaciones.
Besitos, gracias por tu historia, tierna y libre.
Hola querido Toro.
Pues no veas en que par de momentos lo hicieron todo.
Besitos besitos
Linda Alicia, llevo añísimos trabajando con niños, disfrutando, aprendiendo...Con suerte algo se me habrá pegado, gracias por tus palabras, sonrisas para ti.
Estimado Mateo, algo de lo que le dije a Alicia creo que vale para ti.
Todo ese tiempo con niños me ha aportado mucho, puede que mi mirada tenga un pelín de las suyas. Sería una gran ventaja para mí. Gracias, un abrazo tierno.
Marichuy querida, deben ser una delicia los mangos que dices. ¡wau y en Acapulco! como de película, vaya...me estás haciendo soñar, gracias, cielo.
Sólo me falta firmarla, entonces, Tecla. ¿Me paso y te hago un garabatillo?...je, je, je.
Mi agradecimiento a tus palabras, muchos besos.
No se, Reyes, qué le pasó, a otros si se les ha descargado...Bueno, artista, me gusta que te guste tanto (valga la redundancia)!
Te abrazo bien fuerte
Sofía, si vuelves, espero que lo veas. Tengo otras, pero prefiro esa, porque se ve el agua corriendo entre sus pies desnudos.
Besos dulces, como los mangos.
Hola Drac.
Aprendemos más de lo desfavorable que de las circunstancias buenas. Lo triste es cuando son tan malas que no hay posibilidad alguna que sacar...
Gracias por tu visita, muak!
¡Has vuelto, Maguita, genial! Ahora voy a verte. Me alegra tu entusiasmo.
Un buen beso.
¡Qué lujazo, María Jesús! Leerme en tu porche, al desayuno, con esas praderas verdes, los árboles, tus maravillosos amigos...
Gracias y gracias. Por tu tiempo, por tus palabras, por tu empuje.
Una escena que parece sacada de una pelicula o de una novela romántica de esas a las que tan aficionada era yo hace unos años.
Lástima que la imagen no se vea:( Pero me han bastado tus letras para ver la escena.
Besos
Ingenioso.
Un beso grande
Podemos imaginar el momento con tus palabras: la lluvia fina y el afán de los niños por recoger esos mangos. Una descripción fantástica.
Besos
Unha arrasadeira! En Galicia ir a pillar fruta de un huerto ajeno se llama "arrasadeira". No puedo ver la foto, pero la descripición es muy plástica. Bajo la cascada de lluvia, imagino el salto ágil de los niños de ojos grandes, sus hábiles manos cargando los rojizos mangos, y a una dama, una baronesa Karen Blissen caribeña, que los observa con curiosa y grata complicidad.
Un abrazo
Niños rapaces que quizás nos traen recuerdos de nosotros mismos.Aquí en las tiendas de golosinas veo su arte flamenco de abanico sobre las gominolas y la red mafiosa de sus clandestinos bolsillos.Salen dando una zapateta y sonrío y no les delato.
Besos
Tampoco pude ver la foto, pero el texto no la necesita... no sé qué tal te habrá sabido el batido después de la escena contemplada... Te mando un abrazo desde mi nueva ubicación.
:(
No todos los niños pueden sentarse a jugar con una consola. Deberíamos recordarlo.
Hola Trini, debe ser algún problema con Blogger que desconozco...bueno, si logras imaginártelo, estupendo.
Besos. Muy cariñosos.
Ingeniosos, Arantza, los niños. Y vitales y rápidos, con recursos.
Hace falta de todo eso ahora, por lo menos a unos cuantos.
Muak!
Gracias, Ginebra, por poner también de tu parte. Veré si lo puedo arreglar. Muchos besos.
¡Uy, Shandy, me lo pones difícil! De simple turista a baronesa...me falta entonces el intrépido Redford.
Besos, linda.
Niños que todos fuimos...¿quién no ha saltado alguna (o muchas) vez un muro, desconsolado por unos membrillos, unas ciruelas, unos nísperos?
Yo varias. Rubén, un abrazo a tu complicidad, :) :) :)
Ja, Alicia, el batido ya no me lo tomé, está claro. Me quedé con la dulce mirada del chiquillo. Me bastó con eso. Luego voy a verte, gracias por venir, un abrazo de reencuentro.
De Cenizas, hasta a tu gato se le cayó la sonrisa. Besitos y besitos.
Apreciado Pedro, llevas toda la razón. Además, muchos de los que juegan a la consola, tampoco la valoran, acostumbrados a pedir y recibir ipso facto.
Abrazos
el relato nos hace viajar a la infancia, estupendo
no he podido ver la foto :(
un abrazo
Magnífico relato, es tan bueno saltarse a veces las normas... y sobre todo para deleitarse con fruta.
Perfecta descripción, muy tierna, como eres tú querida Virgi.
No puedo ver la imagen...
Que bonita la unión para lograr el fruto de un trabajo, el cariño de los dos niños al juntos lograr alcanzar los frutos, la comunicación de miradas, me hizo recordar paradojicamente un acto de un niño a otro hace unos momentos antes de volver a casa.
Uno jugando mientras su madre trabaja en un portal en la calle, otro con una madre llena de bolsas de juguetes, se acerca al niño de la acera, el pequeño que juega le sonríe y recibe por sonrisa un puñetazo. Puff, la madre que trabajaba corre por su hijo, la otra apenas los mira y sigue de largo con su pequeña horrible creación.
Un biko grande bonita, uno inocente como la mirada de aquél pequeño.
Lo siento, es mío el error.
Decía que es una pena no ver la foto. Seguro estará bien.
Volveré a probar esos mangos.
bellísimo relato!
me recordó instantáneamente una película vietnamita:"las tres estaciones";y alguna histora de Duras.
Adoro la visualidad que hay en tus textos.Parecen escritos con "cámara al hombro".
mil besos*
(ah! no aparece la foto!)
Ay viajera!!!!. Que ya huelo la selva, la fruta, la exhuberancia,
ese calor sofocante...
Ese corazón de mirada abierta, que observa y no juzga.
Deliciso.
Una sonrisa
No hay tormenta que cien años dure, la tormenta pasó y con ella se alejan los niños llevándose unos cuantos mangos.
No he visto la foto, pero he visto muy nitídamente a los niños en el centro de un cuadro lleno de color.
la respuesta esta en mi blog, pero para el caso que no la leas, no incurras en el error de creer que se me olvidó, compañera!
le tengo un aprecio especial a este blog, porque, igual que un clochard trotamundos, fotografia y expresa los anderes de la vida, de una manera muy personal.
un saludo en la lejania.
No puedo ver la foto, no sé por qué, será que es muy tarde para estar escribiendo por acá.
Espero no despertarte...
Casi me he sentido identificada con tu relato. Llueve a mares por aquí y aunque ya no soy una niña... bueno, quien sabe. Donde hubo fuego aún quedan brasas, dicen.
Ana, también yo me ví saltando algún muro, con la bici apoyada, mientra me deleitaba con algo prohibido.
Besitos
Gracias, Carmen, tan expresiva y cariñosa! El riesgo de saltar nos enseña mucho. Y si es por necesidad, pues más valor y menos pena.
Un fuerte abrazo, mi niña.
Querida Mayte, afortunadamente, para compensar tantos pequeños tiranos que van creciendo, hay otros que juegan y sonríen a la vida. Tu anécdota refleja muy bien tantos actos que vemos cada día. Pero no perdamos la esperanza, el mundo gira y todo vuelve a su sitio...en fin, será que es domingo y lo veo de colores. Un abrazo, gracias, tesorito, por tus palabras. Besos. Muchos.
Edgar, ya me cuentas si lo haces. Bueno, no hace falta apuntártelo, je. Un fuerte abrazo.
Querida Rayuela, tu percepción de mis cosas me emociona. Algún día tenemos que conocernos, a ver. Mucho mar en medio, pero la vida es de los valientes, muchos besos, muchos besos.
Hasta la selva no llegué, querida Ilia, desengáñate. Cuando vuelva, quizás. Niños como los que narro, sí. Muchos. Y siempre alegres.
Árboles impresionantes, calor, mosquitos...
¡Ya me gustaría tu Madagascar, chiquilla! Muaksssss!!!!
Alfaro, las tormentas pasan, la necesidad no tanto. Ellos buscarán otras soluciones, los niños tienen muchos recursos. Pero no para siempre, ni en todas partes...
Gracias, besos.
Sandocán, un abrazo a tu pedaleo continuo. Ya me sentía en tu reconocimiento, don't worry. Mi agradecimento por volver, ahora también besos, sí!!!
Sue, tesoro, yo también me identifiqué con ellos y podría ser su abuela...¡imagínate!
Las brasas siempre nos acompañan, gracias a su calorcito entendemos muchas cosas. Un fuerte abrazo, preciosa.
Sabes qué??? Mientras te leía, recordé cuando ibamos a una casa que teníamos en Clarines y uno de los mejores amigos que guardo de esa época, me hacía la palanca para que me subiera a los árboles para robarnos los mangos. En su casa había, pero nos sabían mejor los robados...
Me has dejado con una nostalgia increible por mi tierra, mi gente y esa época tan feliz.
Un beso.
Querida Virgi: he tenido problemas con mi blog y, a la par, no se me abría la foto que publicaste. No me hacía falta la foto para comentar, sin embargo la necesitaba para llenarme todavía más de tu relato. Tan vivo, tan expresivo, tan lleno de candidez... tan natural. me identifico notablemente con tu relato. Me identifico con esos niños, no siéndolo. Deber ser cierto eso que todos llevamos un niño dentro para toda la vida. Ojalá que no se pierda. Esta nueva entrada tuya me recordó también una canción que me encanta. Te dejo un enlace por si tienes un tiempito y la quieres oir. Creo que te gustará.
http://www.goear.com/listen/e119c4b/la-piel-de-mi-niã±a-huele-a-caramelo-alã-primera
Siento llegar tarde... un beso
Zayi, preciosa, basta un ¡clic! para que nos vengan esos recuerdos tan entrañables. Ya te imagino en la situación que dices, seguro eras una niña decidida y valiente. Y los mangos así, ¡son aún más ricos!
Muchos besos. Dulces, dulces, como tú.
Hola Tanci, tus consejos los sigo seguro. Como que antes de contestarte ya oí la canción y fui a ver otros datos de A. Primera. Ni idea de este cantante ni de su canción. Es preciosa, pegadiza, como de corro infantil y al mismo tiempo, muy reivindicativa y social.
Me ha gustado, gracias por la sugerencia, besitos, linda.
Vuelvo a probar los mangos y me encuentro con el niño. Me mira como has relatado. Muy tierno. Parece hasta feliz en ese momento, no?
Dulce ternura de la niñez. La alegría que les embarga cuando llevan su mercancía les hace sentir fuertes e importantes. Dan ganas de ayudar, pero tu aprobación al margen te hace merecedora de una preciosa sonrisa.
Un beso.
Sí, lo parecía, Edgar. Bajo la lluvia, descalzo, casi desnudo...pero sonriente. Un encanto de niño. Seguramente como tú de peque?
Muy apreciada Gaia, tus comentarios revelan tu sensibilidad, me gusta que vengas y me digas esas cosas tan tuyas. Te leo con serenidad, para luego pensarte. Besos, tesoro.
Fresca como esa lluvia repentina es la sonrisa del niños abrazado a sus mangos.
Luminosos la imagen y el texto.
Un beso,
Bienvenida Tesa. Tómate la sonrisa del niño como si hubiera sido por tu visita.
Un abrazo.
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