jueves, 22 de febrero de 2018

Barrancos


Barrancos de chabocos arenosos, tan agradecidos que basta un fisco de lluvia para que nos regalen un charco espejeante, donde el sol se mira y sonríe al verse tan diminuto.

Barrancos donde el agua se mantiene y primero es marrón, luego cristalina, después verde y así hasta que desaparece.

Barrancos de basalto lamido por aguas tumultuosas desde milenios, barrancos de piel gris y tacto suave que me invitan a acariciar las piedras. Yo las toco una vez y otra, sintiendo el calorcito de sus entrañas, y encuentro entre las grietas, una fina arenilla que viene desde el volcán.

Barrancos grandiosos, tímidos, anchos, cortos, profundos, casi llanos. Barrancos que dan fe de una vida tan extensa que frente a ella somos como pétalos al viento.

Barrancos de los guanches, de los cabreros, de las mujeres lavando en los charcos, de mi infancia lluviosa. Barrancos que hablan, que cuentan, que cantan. Barrancos que me alargan la existencia.







Texto y foto, Virgi 

Fotos también de Manolo, un muy querido ex alumno.