viernes, 4 de agosto de 2017

COSMOGONÍA INVERSA

El Minotauro se enamoró de Teseo, y para sorpresa de la Mitología, fue correspondido.

En el fondo del estanque yace Narciso; Ofelia lo contempla desde el borde, radiante en la venganza.

Furioso, el león lo persigue. Hércules, a pesar de su cuerpo voluminoso, sube al primer árbol que encuentra y se asienta en la copa. Desde abajo, la fiera, con una nueva cadencia, entre lastimera y gentil, sólo quiere que lo mate y así pasar a la Historia.

Ciertamente, Prometeo se ha arrepentido de haber robado el fuego a los dioses, mas nada podrá exculparlo de la deforestación de los bosques, la quema de Roma, el fuego de Chicago o el incendio de la biblioteca de Alejandría.

Cuando los marineros empezaron a cantar, mesáronse las sirenas los cabellos, aullaron de dolor y se lanzaron a las profundidades. Ulises, conmovido, prometió no regresar jamás a Ítaca.

Cronos nunca fue puntual, ni siquiera tenía un maldito reloj de sol.


(Laoconte, Museo Arqueológico de Atenas)
Texto y foto, Virgi