Polígonos irregulares dispuestos a romper la monotonía y educación de sus primos, los regulares. Rebeldes por naturaleza, no tienen que ver con nada predeterminado, ni ángulos, ni paralelas o perpendiculares. Van a su aire y se mezclan sin prejuicios.
Phoeticblog
sábado, 5 de julio de 2025
domingo, 22 de junio de 2025
Presentación 20 junio 2025
domingo, 8 de junio de 2025
Era de la Abejera
Recordando una caminata de hace ocho años, larga, larga, pero magnífica.
Tendré que volver a la Era de la Abejera, echarme sobre las lajas, olisquear en las rendijas de las piedras, contemplar las estrellas en la noche fría de la montaña. Una chirrera brincará entre las jaras y las altabacas, los capirotes y los petirrojos querrán picotear algún fruto seco que habré dejado a los lagartos. Quizás vea las Pléyades, esas de las que me enamoré tiempo ha, queriendo tatuármelas en un hombro (sin valor para hacerlo al fin), polvo de ellas que soy, de las que los campesinos decían: “Por san Andrés vienen las cabrillas a beber”.
Allí arrumbada, me cantarán las piedras sones antiguos, el relente enfriará mis pies andarines y no dormiré, soñando que duermo sobre una era, mientras el sueño será que las lajas y las estrellas acarician mi cuerpo dormido. Y en el sueño que va y viene, ni duermo ni sueño, solo existo un corto tiempo sobre la historia de los antiguos. Soñar y dormir, dormir y soñar, repeticiones sin fin, sin orden ni concierto, pero ¿qué más da? Allí he de estar, con mi cuerpo dormido y soñando, levitando sobre la Era de la Abejera.
Texto y foto, Virginia
viernes, 6 de junio de 2025
Sin problema
Romeo tiene muchos recursos. Es joven, ágil y no tiene miedo. Si la familia de Julieta cerró el balcón, ya sabe por dónde ha de entrar.
Texto y foto, Virginia
miércoles, 4 de junio de 2025
Reseña generosa
sábado, 31 de mayo de 2025
Misterio
Llegamos al mediodía, nadie nos recibió, sólo vimos unos gatos echados a la sombra de un pequeño olivo, en una esquina del patio.Nos pareció una fortaleza de alguna película, un decorado reciente esperando por el rodaje.
Al atardecer, de los huecos comenzó a salir un rumor musical, una canción ininteligible pero de una placidez asombrosa.
Pasó la noche, seguimos sin ver a nadie. La soledad también nos acompañó al amanecer y, mientras recogíamos nuestros pertrechos, los gatos se asomaron a los huecos, maullando tan angelicalmente que supimos eran sus voces las que habíamos oído. Seguramente eran ellos también los que cuidaban del lugar, por algo se llamaba el Castillo de los Gatos.
Texto y foto, Virginia
Fortaleza en Túnez