Acostumbrada a vivir lejos de todo y con lo mínimo, la
vida le resultó cuesta arriba cuando se hizo famosa. Y todo por relatar sus
memorias a un viajero curioso.
A partir de ahí ya no supo saborear las
constelaciones, recoger agua del manantial o darle de comer a las gallinas. Su vida se convirtió en un revoltijo de emociones donde le fue imposible encontrar
el comienzo ni el final.
Sólo el viajero tenía la llave y nunca volvió.
Fotos y texto, Virgi
En cualquier momento de nuestra historia perdemos las llaves de nuestra imaginación, y qué difícil es volver a encontrarlas, más todavía cuando inocentemente se las damos a un otro que ni siquiera sabemos quien es.
ResponderBorrarComo siempre la hermosura de la fotografía es abundante!!!
Besos Artista!!!
Pues entonces se le llevo las llaves y la esperanza.
ResponderBorrarLas fotografías son extraordinarias.
Todo aquí lo es
Besos
Cuando se vive en la felicidad, es fácil hacer sentir ese sentimiento a los demás y es entonces cuando pueden extraviarse las llaves, los motivos que hacen posible esa vivencia.
ResponderBorrarLas fotos, maravillosas.
Un abrazo.
La confianza se nos lleva trozos que luego no podemos recuperar. Es lo que hay cuando no se juega limpio y una parte lo hace con inocencia.
ResponderBorrarApreciado Aristos, besos muchos para ti.
Gracias, querida Trini.
ResponderBorrar¿Qué hacer sin llaves? ¿Buscar otra casa?...
Besos y abrazote
Exacto, Juan L., lo dices con la sabiduría que ya he percibido desde que te frecuento.
ResponderBorrarQue los extravíos nos lleven a aprender y a crecer.
Un abrazo
Los sueños se convierten en pesadillas cuando se cumplen...
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ResponderBorrarQué pena. Le robaron las llaves de una felicidad plena y cierta por una efímera llamarada.
Besosyternura.
Pues yo creo interpretar que las llaves que le robaron no fueron las de su casa, sino las de su corazon...
ResponderBorrarUn abrazo, amiga... Magnificas imagenes
Es lo que tienen, Manuel. Tanto desearlos y luego ya no son como sóñábamos.
ResponderBorrarUn beso
Y así nos va, querida Soco, oyendo cantos de sirenas en el proceloso mar de la vida.
ResponderBorrarUn abrazo calentito y dulcedulce
Ahí andas acertado, Antiqua. Le duele el corazón y eso ya sí que es complicado.
ResponderBorrarBesotes :)
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ResponderBorrarYa sabes lo que dicen: "A veces la fama es una maldición".
ResponderBorrarLo que está claro es que nada debería apartarnos de aquello con lo que disfrutamos profundamente ni de nuestras raíces, valores y verdades. Sin eso, nos perdemos, como tu protagonista.
Bonito, Virgi.
Un beso.
Demasiados viajeros pasan por nuestras vidas sin regresar y llevándose las llaves que más necesitamos. No queda otra que cambiar la cerradura.
ResponderBorrarImpresionantes esas casas en las rocas.
Besos
Me encanta ese picaporte!
ResponderBorrarBesos y salud
Qué historia tan bella y triste. La foto final resume esa idea, me parece.
ResponderBorrarUn beso, Virgi
Cuando nos damos en demasía suceden estas cosas, querida Isabel.
ResponderBorrarSi además, se peca de ingenuidad, está hecho el desastre.
Besos besos
Y la cambiamos una y otra vez y volvemos a ceder la llaves empezando de cero cada vez...¡ay, Alís, cuánto nos cuesta aprender!
ResponderBorrarUn abrazo, cielo.
Bastante brillo que tiene ese león, será pa' impresionar?
ResponderBorrarGenín, mi sonrisa mañanera y un par de besos a tu simpatía.
Buena aportación, Marichuy, con la foto final. Sí, la puerta cerrada y el león defendiendo la entrada.
ResponderBorrarBesos muchos muchos.
Es muy cierto que no todo el mundo sabe digerir los cambios grandes en su vida, como sería la fama, o la riqueza de golpe y porrazo.
ResponderBorrarY tener que volver a las raíces es poco menos que morir.
Preciosas fotos, Virgi, como siempre.
Besos.
buf, que historia tan estupenda... corta pero llena de sentido.
ResponderBorrarbiquiños,
Vaya, le quitaron el sosiego. Besos, artista
ResponderBorrarY si hay sentimiento por medio, Pamisola, las cosas se ven mucho peor.
ResponderBorrarBesotes
Aldabra, ese "buf" me gustó :)
ResponderBorrarBesitos
El sosiego y creo que muchas más cosas, querida Elvira.
ResponderBorrarUn abrazo, siempre me alegran tus visitas!
Dio su tesoro más preciado y se lo cambiaron por basura: fama y dinero.
ResponderBorrarBss
P.D.
¡Qué fotos!
Todo camino extraviado acaba por dejar de serlo, sólo es cuestión de seguir caminando. Caminando, en este caso, hasta dejarte atrás a ti mismo...
ResponderBorrarUna pena perder esa soledad, si es buscada. Igual el anonimato puede darte mas felicidad que la fama.
ResponderBorrarBuenas fotos perfectamente acompañadas.
Abrazos
Lo pillas todo al segundo, querido Gato...¡ay, qué chico listo! Y encantador, lo sé bien.
ResponderBorrarBesos y besos
¡Ah, y que Vd. me diga eso de las fotos...tremendo lujo!
ResponderBorrar+++ besos +++
¿Y eso cómo se hace, Beauséant? ¿Hay algún truco? Ya quisiéramos...
ResponderBorrar:) :) :)
Un abrazo bien enorme.
Yo creo que sí, Esmeralda, que el anonimato es preferible a la fama...será que no soy famosa, ja ja...
ResponderBorrarBesotes muchos
Ayyy Virgi, no podemos dar la llave a cualquiera y nisiquiera a veces, a los más allegados, porque nos roban nuestros yesoros y nuestro espacio que eso es aun peor. Que bien sabes decir las cosas y que bien las acompañas, ¡eres una maga de la luz, las letras y el color!!
ResponderBorrarBesicows muchos.
Mira, Nani, es que me ves con ojos dulces y tiernos.
ResponderBorrarNo como los que se llevan nuestros tesoros más íntimos.
Un abrazo, cielo, y mil gracias.
Por eso yo no quiero hacerme famoso :) Yo soy el viajero que tengo la llave de mi puerta y vuelvo cuando quiero. Al menos hasta ahora... Besico, Virgi.
ResponderBorrarEse viajero da continuidad al texto y misterio.
ResponderBorrar¡Qué bien te mueves entre las palabras y la imagen!
Abrazos
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ResponderBorrarMe ha gustado especialmente esta historia. Desde alguien que se siente defraudada, hasta la gente que aprovecha la ingenuidad de otros, pasando por la ceguera que produce la fama o también lo que se entrega en desigualdad de condiciones.
ResponderBorrarPues sí, me gustó. Y ese lugar de la primera foto es mágico.
Un abrazo.
Así se hace, Diego, cada uno con lo suyo, nada de confianzas excesivas.
ResponderBorrarBesos besos
(mmm...y la llave de tu cabaña tampoco?)
:) :) :)
Gracias, Isabel, tú sí que me tienes conquistada!
ResponderBorrarUn beso grande para ti, guapa!
Precisamente, Mar, la historia la pergeñé contemplando la foto. Un lugar que no imaginaba y bastante cerca de donde vivo.
ResponderBorrarA mí me ha gustado tu interpretación, que lo sepas.
Bsssssssss
He sentido que ese viajero curioso es tu cámara, siempre atenta y rápida con la que captar los grandes paisajes, así como los secretos y detalles que llaman la atención de tus tierras y mares, con lo que tu vida cambió desde que la fotografía retrató lo que tus ojos veían.
ResponderBorrarun abrazo :))
yo me había extraviado de este hermosísimo lugar que es la casa de tus ojos y no me lo perdono.
ResponderBorrarla cuestas, así, desde tu mirada son menos cuestas para quienes las observamos de frente con una llave invisible en el bolsillo.
abrazos, virgi.
Pues no se me había ocurrido esa interpretación, Esi, pero si así lo sentiste, será por algo.
ResponderBorrarUn abrazo bien grande.
Alba, una alegría magnífica verte de nuevo.
ResponderBorrarSi ese extravío te reconduce aquí otra vez, ¿cómo no alegrarme?
Gracias por tus palabras, mi puerta está abierta y engalanada para recibirte.
Un par de besos.
Muy alegres, eh?
Lo cuentas muy bien, esa enajenación a veces, incluso sin ser famosa...Y qué preciosas fotos.
ResponderBorrarOtro abrazo enorme!
¡Ah, qué bien que dejé la puerta abierta, Isabel!
ResponderBorrarAsí has entrado sin enterarme y me dejas muy feliz.
Un abrazo y besos besos.
¡Bellísimo, virgi! Hay viajeros que, siendo aves de paso, dejan una huella indeleble. Besos, querida amiga.
ResponderBorrarSi exponemos nuestro "centro" a la vista de todos corremos el riesgo de perderlo...
ResponderBorrarPalabras e imágenes son un doble placer en tu casa, Virgi
Besos!!!
ResponderBorrarNo se debe comer aquello que no se puede digerir. Digerir la fama, o la popularidad, requiere jugos gástricos muy especiales...
De tus fotos...vaya sitios buscas. ¿está vacante la plaza de cartero?
· BdPH
· CR · & · LMA ·
Con lo bien que se vive "lejos del mundanal ruido"... Preciosas las foto, magnífico texto, como siempre.
ResponderBorrarLo importante sería borrar de la memoria, y por tanto de sus memorias,ese encuentro que cambió su vida.
ResponderBorrarUna vez que el sujeto ha salido incluso de la papelera de reciclaje y se ha instalado en el limbo, asunto resuelto...Que fotos...Un abrazo.
Será que su vuelo nos cautiva, Isabel B., o tal vez qu envidiamos esa falta de raíces o...
ResponderBorrarGracias, Profe, un beso enorme.
Sabes bien que el placer es mío, querida Patricia.
ResponderBorrarMe dejas muy feliz, te abrazo aunque estemos lejos.
Ñoco, Ñoco...si supieras que primero (viendo la foto para escribir algo) pensé en un cartero e incluso escribí algo sobre eso...¡ay, estos empates!
ResponderBorrarTe regalo mi sonrisa de este momento.
Y tú bien que lo sabes, lo comprendes, lo practicas, Aro, tesoro.
ResponderBorrarGracias por venir, un abrazo laaaaargo!
Ja ja ja, buena receta, lo que suele pasar es que quien se queda en el limbo son los demás, no precisamente ellos.
ResponderBorrarDe todos modos, habrá que apuntar la sugerencia.
V., montaña de besos para ti.
Imágenes y texto que se entrelazan y nos invitan a pensar. Mi admiración porque sabes montar una historia interesante con un mínimo de palabras. Un abrazo. Franziska
ResponderBorrarUn piropo encantador. de veras de veras, gracias!
ResponderBorrarUn abrazo, querida Franzis
Hummmm, tal vez una Penélope isleña seducida por un periodista disfrazado de turista... Si es que una no se puede fiar de nadie.
ResponderBorrarEncantador y curioso lugar, Virgi.
tD1b.
No me importaría perder esa batalla con tal de ganar la guerra final yéndome a vivir a un lugar como ese.
ResponderBorrarUn abrazo
Hoy las fotos subrayan el texto de una manera especial.
ResponderBorrarEsa soledad consentida y disfrutada interrumpida por algo tan agobiante
como la fama.
Tal vez cayó bajo el influjo del viajero y no midió las consecuencias.
Si hubiera hecho como la protagonista de "Los puentes de Madison" hoy tendrái además un recuerdo emocionante para las noches frías.
Muchos besos, Virgi.
Las casitas-cueva me han recordado a las de Setenil de las bodegas, en Cádiz. Son una maravilla del "pasado" que han logrado superar el paso del tiempo.
ResponderBorrarLa puerta es deliciosa.
bsÖs.
De nadie o de muy pocos, A Volvo. A veces ni de una misma :)
ResponderBorrarBesitos, besitos
Las invito a las dos (tú y Volvo) y nos damos un paseíllo, ok.
ResponderBorrarBesitos también para ti, Salam
¡Ah, Los puentes de Madison! Amor, amor y amor.
ResponderBorrarSiempre nos quedará lo que escribimos, Tesa.
O lo que fotografiamos.
Tantas gracias, tantas por tu presencia.
Esas cuevas de donde venimos y donde nos gustaría regresar de tanto en tanto.
ResponderBorrarSí, a mí me cautivaron.
Un abrazo, Solecielo.
"Despiértenme las aves
ResponderBorrarcon su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido."
No he podido contenerme. La lectura de tu entrada y la evocación de esas imágenes tan hermosas me han llevado a fray Luis.
Una hermosura y una inevitable reflexión
Un abrazo
Emocionante tu reseña, Alfonso.
ResponderBorrarTanto que me has dejado un rato sin atreverme a contestarte.
GRACIAS.
Bonita historia que nos hace pensar irremediablemente en los cambios de la vida, que no siempre son positivos.
ResponderBorrarBesos
No he ido nunca a Fuerteventura. Ahora sé que lo haré. ¡Unas imágenes espléndidas!
ResponderBorrarCreo que siempre hay una llave, Virgi. Puede parecer que no merece la pena...pero esa llave no falla, abre la puerta verdadera, la puerta de siempre, tu puerta. Un abrazo, amiga.
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ResponderBorrarUna lástima que a muchos la fama, y los halagos les hagan perder la esencia de su mismo ser.
ResponderBorrarUn relato lleno de sabiduría, como tú.
Un beso grande, preciosa.
Y gracias siempre.
Hola Ginebra.
ResponderBorrarCambios que no pensábamos podrían suceder. Hay que tener un par de duplicados de las llaves, no crees?
O no darlas con tanta facilidad.
Un abrazo
Pues si en verdad vas algún día, me gustaría saber tu opinión.
ResponderBorrarAhora o en otra vida, estimado Moderato.
Un abrazo
Eso es profundo, querido Mateo. las llaves siempre están y no podemos dejar que otros nos roben las pistas para encontrarlas.
ResponderBorrarMuchos besos.
¡Ay, mi Zarzamora, cuántas veces creyéndonos un pelín sabios, volvemos a caer en las mismas redes!
ResponderBorrarUn fuertefuertefuerte abrazo, cielo de chica.
La eterna historia... ay!
ResponderBorrarTe abrazo, de aquí hasta ahí.
¿El precio de la fama? ¿Aprovechados que arrebatan a otros sus pequeños tesoros? Lo mejor, creo yo es ser auténtico y seguir la propia senda. Tal vez con la gallinas se aprenda otra circunstancia de la vida... Es que este cuento me ha llenado tanto como para repetir en muchas lecturas... como los niños tal vez "otra vez" y así sin cansarme. Un fuerte abrazo....
ResponderBorrarHola Cristal, aún tengo por aquí tu abrazo, que lo aprovecho de rato en rato :)
ResponderBorrarBesos besos besos
La moraleja está ahí, pero cuánto nos cuesta pillarla, Tanci. Seguro las gallinas te chivaron algún secreto, eh?
ResponderBorrar;) otro abrazo enorme para ti.