
Caminaba en el bosque. Los troncos, altos y delgados, parecían de chopos, pero no era aquél, lugar para ellos. Las escasas hojas que se mantenían en las ramas le susurraron indescifrables melodías, mientras otras se deshacían bajo sus pasos. No sabía adonde iba, ni el porqué de su camino. Pero allí, entre los árboles, se sentía cómodo.
Recordaba la planicie de su vida, sin colinas, sin matorrales, sin arroyos ni altozanos desde donde ver otras miradas. Una estepa infinita, donde el día agostaba su existencia y la noche lo cubría de espantos.
Se había despertado esa madrugada y se asomó a ver las constelaciones. Era uno de sus alimentos: las estrellas y sus nombres, las nebulosas y los cúmulos, las perseidas y las gigantes enanas.
Cogió un abrigo y salió a la noche. Así fue como se encontró caminando entre los árboles. Hasta que amaneció y el bosque era inmenso, igual a la tristeza de su vida. Caminar en la noche frondosa le resultaba definitivo, algo atávico que no podía ni quería controlar. Entre los troncos se sentía seguro, sereno, en paz.
Las cortezas emanaron un ligero efluvio, el suelo chasqueó a su paso y únicamente extrañó el titilar celeste. Tropezó con ramas, apartándolas sin temor. Sentía que el bosque le pertenecía de siempre, que los árboles eran su familia, que podría confiar en ellos, que lo protegerían, que le darían el amor que nunca tuvo. Fue de este modo como lo encontré, abrazado a un árbol y con las extremidades enroscadas a un tronco. Del torso nacían brotes nuevos y por su piel se paseaban bichos minúsculos, arañas y lentos escarabajos. Le adiviné una sonrisa sosegada. En sus ojos aún se reflejaba el brillo de las estrellas.
Obra de Piet Mondrian, "Boslandschap", 1900
Colección Haags Gemeentemuseum
La Haya
Tener una vida plana resulta peor que no tenerla...
ResponderBorrarPor suerte tu texto emana calma, poesía entre las estrellas, y fuerza en esas raíces que abrazan las almas tristes.
una sonrisa
Nunca un bosque deja de enraizarnos.
ResponderBorrarTengo yo uno igual, pero en vivo, similar a ese tuyo: el bosque de Valsaín.
Buen fin de semana.
No conocía esta obra de Mondrian. Me ha gustado muchísimo. Y el texto que la acompaña. Y me ha dado un brinco el corazón al ver la coincidencia.
ResponderBorrarAbrazos.
Encantador relato, donde la búsqueda de raices se hace necesaria para subsistir.
ResponderBorrarLa última parte del texto tiene toques surrealistas que me encantan:
"Fue de este modo como lo encontré, abrazado a un árbol y con las extremidades enroscadas a un tronco."
Precioso Virgi.
Los cuadros de esta primera época de Mondrian me fascinan.
… con la mirada atenta…
ResponderBorrarNo nos pertenecía el bosque. Nosotros le pertenecemos.
POr ejemplo, a mi me gusta ser un hayedo.
... sonriendo desde CR & LMA
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Los árboles pueden enseñarnos mucho de la vida. Sólo hay que buscar el tiempo para mirarlos y, acaso, enroscarnos un poco en sus ramas... pero qué pocas veces lo hacemos
ResponderBorrarMe gusta tu blog, virgi. Da gusto leerte!. Un beso
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarVirgi
ResponderBorrarLa sola idea de caminar de noche en un bosque, ya me provoca.
Quizá él volvió a su origen, al árbol madre.
Muy intenso tu texto, excelente complemento para el lienzo de Piet Mondrian
Un abrazo
La inmensidad del bosque es una forma de tristeza.
ResponderBorrarY también de paz.
Así te leo. Así lo siento.
Besos.
Me encanta esa final.
ResponderBorrarMe parece una muerte de lujo.
Besos.
"En sus ojos aún se reflejaba el brillo de las estrellas."
ResponderBorrarQué bien escrito está este relato. Me ha gustado mucho, demabulando entre los árboles buscando el cariño que no había tenido. El final está perfecto, me ha encantado el reflejo de las estrellas en sus ojos. Muy bueno.
ResponderBorrarBesos entre la arboleda
Tu relato me transmite paz interior, un consentimiento sosegado, un alma triste pero en calma.
ResponderBorrarMe han encantado estas palabras engarzadas con mimo, me ha estremecido por un instante al imaginar aquella mirada, que aun reflejaba el brillo de las estrellas.
Un abrazo
cuando te das cuenta que has vivido una vida plana, ya no puedes rectificar.
ResponderBorrarun relato magnificamente escrito. he paseado con tu prota por el bosque.
El cuadro, una pasada.
Vi uno excepcional tambien (me parece que de la misma epoca) en el museo de arte moderno de Colonia.
Una fusión extraordinaria. Un final excelente.
ResponderBorrarbesos
Enroscarse a un árbol, mimetizarse en el mismo.
ResponderBorrarLa decisión: ¿ser de hoja caduca o de hoja perenne?
Besos.
La verticalidad como ejecución de la vida. Nuestras ramificaciones constantes.
ResponderBorrar¿No es El haya?.. bueno, en cualquier caso es un bonito texto, muy calmoso.
ResponderBorrarHay un test psicológico que consiste en describir un bosque imaginario y los objetos que vas encontrándote en él. Cada objeto también se describe y así parece que se puede describir un poquito como eres.
No sé si es cierto, pero el bosque guarda muchas y bellas metáforas.
Un saludo.
Las raíces de los árboles, esa búsqueda de lo fundamental. Un abrazo entre la fronda, Ilia.
ResponderBorrarEntre unos y otros bosques, acabé visitando el nuestro de laurisilva, rico, húmedo, antiquísimo. Gracias, Tempero, por tu visita y el enlace de tu blog.
Un beso, Bel, ya te decía lo de la coincidencia.
Carmen, a mí Mondrian me gusta mucho, muy coherente, con un recorrido magnífico. Este cuadro lo vimos hace años en La Haya y me hipnotizó. Un abrazo entre cortezas.
¿Un hayedo, Ñoco? ¡qué bonito! nunca se me hubiera ocurrido. Un abrazo sobre una hoja voladora
Isabel, me gustaría devolverte la visita pero no te encuentro. Gracias, besos
ResponderBorrarYo tampoco serviría para caminar sola en el bosque, ni de noche ni de día. Me encanta que te haya gustado, Marichuy. Un abrazo grande.
Ybris, la tristeza tiene muchas formas, el bosque puede ser una. Un beso con estrellas que te sonríen.
Por lo menos es la muerte que deseaba. O eso parece. Toro, te mando hojas aterciopeladas y brillantes, con besos.
Un saludo, Hiperión, te envío un rayito de luna y estrellas.
ResponderBorrarUn reflejo de vida y sonrisas, también cometas de colores, para tu visita, Marien.
¡Qué bien que te haya gustado así! me alegran tus visitas, Calipso. Un beso de luna
Jorge, nunca he estado en Colonia, creo que la catedral es maravillosa, no? Un abrazo, nos vemos en el Hope.
Un placer tu visita y tu comentario, De cenizas. Un abrazo para tí y para el gato, siempre atento y sonriente.
ResponderBorrarSofía, la elección es cosa del que lee. Elige. A mí particularmente me encantan los de hoja caduca. Un beso.
Ramificaciones, caminos a escoger, recorridos, dudas, enraizamientos...
Tinta, un abrazo con sal de tu mar y tu música.
Sue, está curioso lo del test que dices...¿ves? todos los días se aprenden cosas nuevas. Un beso, que el fin de semana te sea productivo
Me ha parecido un texto con una prosa magnifica y el final ha sido luz que lo culmina.
ResponderBorrarMorir allá donde queremos es el último premio de la vida.
Abrazos
Virginia, como siempre, fantástico. Al leerlo, he recordado las sensaciones vividas al leer "El bosque animado" de Wenceslado Fernández Flores, y ver la magnífica e inquietante película "El bosque" de Shyamalan. Una vez más, transmites magia y ternura. Incluso llegué a sentir la presencia de un elfo que me vigilaba, receloso, cuando me aventuraba en el bosque. salu2 nacho.
ResponderBorrarPrecioso el texto. Muy muy bueno.
ResponderBorrarEl cuadro de Mondrian, sobre la pantalla, no me acaba de gustar, lo confieso. La idea me parece genial, la propuesta de un auténtico artista, pero no acabo de adentrarme en ese bosque. Quizás visto in situ en La Haya (¡nunca mejor dicho!) gane mucho. O quizás esté yo un poco tarugo esta tarde. Quedo pendiente de rectificar
Tengo yo un catálogo de Mondrian que compré hace años en París y tiene ese cuadro. Me gustó en ese momento, pero ya no lo recordaba.
ResponderBorrarTe ha quedado muy bien el texto que le dedicas.
Hola Trini, sólo en la imaginación se nos es dado pensar dónde y cómo moriremos.
ResponderBorrarUn abrazo
J. Ignacio: no he visto la de Shyamalan, pero El bosque animado es preciosa. Gracias por tu entusiasmo, un beso.
Me encanta tu sinceridad, Miguel. Así escribes con esa naturalidad y ligereza. Gracias, besos portugueses.
Hola Edgar, ya en este época se empiezan a adivinar sus líneas futuras,¿no te parece? Besos cuadriculados
Enraizarse al árbol y enroscarse en sus ramas, buscando el engendro de la madre naturaleza,vivir y morir en él confundido en un profundo tronco cubierto de helechos y minúsculas alimañas...
ResponderBorrarBello relato, Virgi, como todos los tuyos.
Besines, linda.
Creo que desde ahora, este inmenso osque por donde ronda la tristeza me ire asomando a la noche mientras alimento mi alma de cosntelaciones y estrellas...
ResponderBorrarPrecioso!
te dejo el abrazo del sonido del viento cuando toma a la hoja del arbol como instrumento de la belleza..
Anna.
Que hermosa historia!!! mientras la leía, me recordó pasajes de la Historia interminable...es un relato mágico, lleno de esos detallitos que a mi me enloquecen... mi imagen de tu personaje se mimetizó con el árbol... de verdad que he quedado fascinada!!!!
ResponderBorrarBesitos linda!
La vida se abrazó a la vida y perdurará en el tiempo.
ResponderBorraraaaah... hermoso
ResponderBorrarMe deje llevar, estaba entre los abroles, abarzondolos fuerteee y sonriendo, mientras me comia una que otra estrella...
ABrazos de Agua y sal
Besos de Mar...
Si fuera arbol me gustaría ser un sauce y si tambien pudiera escoger el lugar donde hacer crecer mis raices sería al margen de un rio, donde poder alargar mis ramas y dejarlas mecer al antojo de la corriente :)
ResponderBorrarPrecioso relato. Tienes muy buen gusto con tu blog, te felicito :)
Mil gracias por tu visita. Un enorme abrazo :)
pocos entendemos la naturaleza humana y las razones por la que decidimos abrazarnos a una u otra cosa que amamos. Somos complejos, pero al mismo tiempo tan simples que quedamos envueltos en la misma incognita.
ResponderBorrarque lujo leerte.
un abrazo.
Quien pudiera transformarse en árbol para obtener un poco de serenidad...
ResponderBorrarSerá por ello q yo los vivo abrazando así sea pleno día y al soltarlos siento mi energía renovada.
Hermosa entrada. Gracias por ella.
Saludos argentinos.
muy sugerente, Virgi, como si al final me hubiese quedado yo también enraizada en este árbol, en medio del bosque protector..
ResponderBorrarPrecioso relato. Produce a la vez desasosiego y paz.
ResponderBorrarMe encanta tu blog.
Saludos.
Hola, he estado de vacaciones con mi familia, ha habido muchos excesos, algunas cosas hasta dicen que son pecado, aunque yo no lo creo. Pero ya he vuelto y he dejado algunas fotos más de regalo en mi blog, asin que si te gustan las puedes coger si quieres para tu blog, sin pedírmelas ni nada, que son gratis y asín las ve más gente.
ResponderBorrarSaludos!
El bosque en lugar muy inspirador, lleno de leyendas y magia.
ResponderBorrarHola de nuevo y digo nuevo, porque parece que después de Vacaciones uno vuelve renovado.
ResponderBorrarSiempre me ha interesado más de Mondrian la evolución de su obra que su pintura en sí.
De todas formas como siempre felicidades por el post
Eva, ¡al fin te leo por aquí! me alegran mucho tus visitas. Un beso grande, casi otoñal.
ResponderBorrar¡Qué bonita lo que me dejas siempre, Anna!Eres como una estrella, muak!
Gracias, Zayi, tú sí que eres otro rayito de luz, besos y besos.
Diana, un beso, leve como las hojas, fuerte como los troncos.
Te reenvío más abrazos salados, Cindy, gracias por venir al bosque.
Merce, me encanta lo del sauce, lánguido y sereno, verde y rumoroso.
Besitos de agua, dulce o salada, como quieras.
El lujo eres tú, Fero. Mi sonrisa para ti, también besos.
Abrazarse a un árbol nos da energía. Energía de la tierra, del agua, de la luz, del aire. Lu, un abrazo arbóreo te mando.
ResponderBorrarSeguramente de algún hermoso árbol has cogido esos colores que embellecen tu blog. Besos, Jin
Gracias por tu visita, Lozzano. sigo tus huellas de colores.
Paco, un abrazo por tu visita y por tu generosidad. También muaks!
Una sorpresa tu comentario, Luciano.
Gracias y besos.
Hola Ángel. Me alegra vengas renovado y te acerques. Mil gracias.
"cuando tengo una terrible necesidad de religión algo de noche a ver las estrellas" Van Gogh
ResponderBorrarLo peor de arraigar es la comezón de los primeros brotes, así que siempre es conveniente llevar contigo una buena cataplasma. Cuando crecen las hojas, la cosa mejora ;)
ResponderBorrarAlfonso: preciosa cita me dejas, gracias.
ResponderBorrarY cuando aparecen las flores, ni te cuento, Ismo! Un saludo
No hay mejor destino para el humano que ser árbol y río.
ResponderBorrarSalud
Intimista y poético relato. Es la segunda vez que lo leo. Deja un poso de melancolía y tristeza, pero mo es amarga, sino arropante.
ResponderBorrarUn beso
Buscarse sabiendo dónde.
ResponderBorrarNo me extraña esa sonrisa y el brillo en los ojos.
Como también se adivina ese brillo en quien escribe tras un punto final.
Enique, Shandy, Fernando: siempre un placer encontrarlos aquí, aunque los descubra después de un tiempo. Muchas thanks, muchas
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